Candombe y poder en tiempos del rojo punzó

Candombe y poder en tiempos del rojo punzó

El Candombe en los años del rojo punzó

Afirman los estudiosos que los más antiguos testimonios escritos sobre este tipo de bailes públicos de los morenos en Buenos Aires datan de 1770, cuando los funcionarios del Cabildo, representantes municipales de la autoridad, +

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denunciaban ante el Virrey el carácter “lujurioso y lascivo” de los bailes de los negros, que llegaban a convocar hasta dos mil personas, según informes oficiales.

Durante las últimas décadas coloniales y los primeros años de la revolución, entre el permiso de unos y los vanos intentos de prohibición de otros, los morenos siguieron bailando al ritmo de sus tambores.

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No fue sino hasta la llegada de Juan Manuel de Rosas al poder, en la década de 1830, que los candombes alcanzaron su máximo brillo. Las festividades de Navidad, Reyes, Pascuas y el día de San Juan, además del Carnaval por supuesto, eran celebraciones multitudinarias. +

Hombres, mujeres y niños llegando hasta la Plaza Mayor desde el “barrio del mondongo” o “del tambor” (Montserrat, San Nicolás) o de San Telmo.

Candomberos de Buenos Aires frente a Rosas y a su hija Manuelita, sentados junto al presidente de la casa Congo Augunga (M.Boneo) .

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La población negra de la ciudad constituía por entonces el 25 por ciento de la población total, y era mayoritariamente adicta a Rosas, quien le había permitido tener sus propias leyes, y sus días de fiesta +

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La comunidad se dividía en “naciones” organizadas, según su procedencia: Angola, Congo, Guinea, Cambundá, Mozambique y otras, cada una con sus comparsas, su rey y su reina, sus colores distintivos, su máxima mística y su alegría.

Tiempos del cintillo rojo punzó, la divisa federal obligatoria, tiempos de gauchos, indios y mazorqueros andando por las calles de la ciudad. Años dorados para las festividades de los afrodescendientes , que en algunas coplas candomberas anónimas, en lengua bozal, decían:

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Pero parece que el esplendor de las comparsas negras, sus bailes, sus tambores y sus cantos, les ponía los pelos de punta a las familias de la elite liberal, que no podían concebir espectáculos semejantes:

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El poeta unitario Juan Cruz Varela no se quedaba atrás, y se quejaba en los versos de un poema titulado “Al 25 de Mayo de 1838”:

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José María Ramos Mejía denunciaba el escándalo registrado en algunos carnavales, cuando las comparsas paraban frente a su casa y las de otros opositores para entonar cantos insultantes contra “los inmundos salvajes unitarios”.

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Más allá del descontento de la oligarquía nativa y su tufillo racista, los morenos continuaron festejando y celebrando sus fiestas durante los años del gobernador federal, y fue tras la caída de éste en 1852, que comenzó su paulatina declinación.

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El estadounidense George Reid Andrews señala en su libro Los afroargentinos de Buenos Aires. 1800-1900. que los gobiernos posteriores a Rosas le “temían a las naciones” negras como una fuente posible de apoyo para el resurgimiento rosista. +

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hicieron todos los esfuerzospara desalentar su continuación “La popularidad de la danza, y en verdad la institución de las danzas africanas públicas se desvanecieron significativamente...” una vez derrocado el dictador.

Se cumplía de este modo la profecía de Domingo Faustino Sarmiento, que en 1883 predijo que si al comenzar el siglo veinte un argentino deseara saber cómo era un negro iba a tener que ir al Brasil.

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Esto es un recorte y hagoverizacion de una nota homónima que sirvió como fuente para Wikipedia. La pagina original la estamos por restaurar y el hagoverismo histórico posee el visto bueno de sus autores.

El autor Andrews y la nota original usan el termino Afroargentino porque luego se analiza como continuo la historia, pero en el periodo que tratamos en estos tweets tenemos que hablar de Afrodescendientes porque de 1700-1852 Argentina no era tal.

Espero que les guste y sirva.

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