¿Qué pasa cuando votás, pero no te sentís representado?
¿Qué pasa cuando la democracia funciona... pero no te habla?
Hay una grieta más profunda que la partidaria: es simbólica.
Se llama disociación representacional. La pensaron Rosanvallon y Jauretche.
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Pierre Rosanvallon dice que la democracia ya no se sostiene en el voto.
Ahora el ciudadano vigila, denuncia, desconfía.
Ya no se siente representado. Se vuelve contrademocrático: exige, pero no delega.
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Rosanvallon habla de tres rupturas:
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De identidad: los políticos ya no se parecen al pueblo.
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De promesa: no cumplen lo que dicen.
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De confianza: el vínculo simbólico está roto.
El resultado: democracia sin afecto.
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Eso genera lo que llamamos disociación representacional:
Votás, pero no te sentís representado.
Escuchás promesas, pero no te ves ahí.
La política se vuelve trámite, no espejo.
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Ahí aparece Jauretche.
Él lo vio antes, pero lo dijo en criollo:
la elite argentina no representa al pueblo, lo “explica”.
Habla sobre el pueblo. No desde el pueblo.
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Para Jauretche, esa elite no representa: traduce.
No escucha: enseña.
No comparte códigos: corrige.
Esa clase ilustrada impone sentido sin reconocer la experiencia popular.
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Hoy esa elite no está solo en París. Está en sets de TV, zooms de asesores, cámaras legislativas.
La dirigencia profesional ocupa el rol de “explicadora”.
Administra malestar. No lo representa.
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Rosanvallon lo llama “contrademocracia”:
la gente vigila, protesta, denuncia. Pero ya no cree.
Jauretche lo llamaba “zonceras”:
ideas impuestas desde arriba para que el pueblo no piense por sí mismo.
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¿Y qué pasa cuando la representación se rompe?
Entra el outsider. El disruptivo. El que no traduce: grita.
El que no gobierna: arremete.
Javier Milei no es excepción. Es consecuencia.
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Entonces:
📌 Rosanvallon describe la fractura moderna de la representación.
📌 Jauretche la explica como desprecio cultural de clase.
📌 Milei aparece como efecto simbólico de ese vacío.
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Este hilo no es nostálgico.
Es una invitación a pensar cómo reconstruir lo común sin pedagogía ilustrada ni cinismo técnico.
Porque sin representación, no hay comunidad. Solo administración.
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