El hilo de hoy es de Sja Anat, ni yo se que me voy a encontrar, pero ahí vamos. El Ritmo de la Guerra, Interludio II: Sja Anat.
Puedo decir que lo que encontré es un fuerte lado maternal, un anhelo de libertad y una mirada estratégica que quizá no se tenga tan en cuenta como debería. Vamos con eso
Hacía mucho tiempo, a Sja-anat la había llamado Tomadora de Secretos. Le gustaba ese nombre. Sugería acción. Ella no solo escuchaba secretos, sino que los tomaba. Los hacía suyos.
Y los protegía.
De los otros Deshechos.
De los Fusionados.
Del mismísimo Odium.
Se habla de la existencia de Sja Anat, quien no habita en el reino espiritual y físico a la vez, sin terminar de existir en ninguno.
"Soñaba con la existencia de algún lugar que fuera adecuado del todo para ella y sus niños."
Sja-anat no se consideraba la más lista de los Deshechos. Sin duda estaba entre los más inteligentes, eso sí, que no era lo mismo.
Algunos Deshechos, como Nergaoul, a quien a veces llamaban la Emoción, apenas tenían mente.
Otros, como Ba-Ado-Mishram, quien había concedido formas a los cantores durante la Falsa Desolación, eran taimados y conspiradores.
Sja-anat era un poco ambas cosas.
La aparición de la tormenta eterna en Shadesmar, mucho antes que en el Reino Físico, la había revitalizado. Le había permitido empezar a planear de nuevo. Pero sabía que no era tan lista como Odium. Solo podía proteger unos pocos secretos de él, y debía escoger con cuidado.
Había que sacrificar a algunos hijos para que otros sobrevivieran. Era una ley de la naturaleza. Eso los humanos no lo comprendían. Ella sí. Ella…
Él se aproximaba.
El dios de la pasión.
El dios del odio.
El dios de todos los spren adoptados.
Los humanos los llamaban a sus sprens «corrompidos», pero ella odiaba la palabra. Sja-anat no corrompía. Sja-anat los iluminaba al mostrarles que existía otro camino posible.
¿Acaso los humanos no veneraban la Transformación, la capacidad de todos los seres para convertirse en alguien nuevo, alguien mejor?
Los sprens salen a cumplir sus misiones, uno de los pródigos toma el designio de conocer a Mraize para cumplir con su parte del trato, antes de ir le dice esta frase que me parece hermosa.
Gracias, madre, dijo él. Gracias por mis ojos
El spren se marchó. Sja-anat lamentó que los dos más pequeños, los vientospren, fuesen poco más que distracciones. Odium los vería sin lugar a dudas.
Proteger a algunos niños.
Sacrificar a otros.
Una elección que podían hacer solo los dioses.
Dioses como Sja-anat.
Si Odium descubriera las partes más secretas e íntimas del alma de Sja-anat, no se sorprendería. Porque ella procedía de él. Deshecha por su mano.
Pero, al igual que todos los niños, se había convertido en algo más.
Ambos saben que Sja Anat desea la libertad, pero Odium no sabe que está trabajando para lograrla.
Si la descubría en una mentira, la desharía de nuevo. Le robaría su memoria. La desgarraría en pedazos. Pero de hacerlo, perdería una herramienta muy útil.
Y ese era el juego.
Esto es muy interesante:
—Ardo en deseos de que empiece la invasión —dijo ella, permitiéndose mostrar entusiasmo—. Me gustará mucho volver a ver a mi pariente. ¿Quizá se pueda hacer que recupere la consciencia? ¿Quizá sea posible persuadirlo?
No irás a la torre, declaró Odium. No le hacía ninguna gracia que ella se refiriera al Hermano, la descendencia somnolienta de Honor y Cultivación, como su pariente.
Ship?
El interludio termina con ella acatando las ordenes, y deseando que el sacrificio de los pequeños vientospren le concedan una oportunidad al otro hijo enviado.