El hilo del capitulo de hoy es pura nostalgia.
El Ritmo de la Guerra, capitulo 18.
Cirujano.
En este capítulo arriba el cuarto puente (Nave) con la familia de Kal y el les enseña la torre y el lugar donde van a quedarse.
Mejor que Kal nos enseñe las habitaciones. Se nota que está emocionado.
-¿Como lo sabes? -preguntó Syl-. A mí no me parece que se emocione nunca. Ni cuando le digo que tengo una sorpresa divertida para él.
-Tus sorpresas nunca son divertidas -dijo Kaladin.
-Le metí una rata en la bota -susurró Syl-. Tarde una eternidad. No puedo levantar cosas pesadas, la tuve que atraer con comida.
-En nombre del Padre Tormenta -dijo Lirin-. ¿Por qué hiciste eso?
-¡Porque encajaba de maravilla! ¿Como puedes no entender que fue una idea genial?
-Lirin se extirpó quirúrgicamente el sentido del humor -dijo Hesina
-Y luego lo vendí a buen precio en el mercado -añadió Lirin
Hesina acerco la cara a Syl
-Lo reemplazó con un reloj, que utiliza para calcular el tiempo exacto que desperdician los demás con sus tontas emociones
Syl la miró con una sonrisa vacilante, y Kaladin supo que no estaba convencida del todo de que fuese una broma. Cuando Hesina asintió animándola, Syl soltó una carcajada genuina.
Kaladin se apoyó en la pared, sintiendo una paz familiar con su charla. Hubo un tiempo en que volver a tenerlos cerca era todo lo que quería.
El cariño con el que Lirin aceptaba las bromas, entrando en ellas al volverse cómicamente tozudo.
A kaladin le recordaba a los tiempos en que cenaban juntos, o cuando salian a recoger hierbas medicionales fuera del pueblo. Atesoraba sus memorias campestres.
Una parte de él deseaba poder volver a ser solo su hijito. Habría querido que sus padres nunca escucharan las cosas que había soportado y hecho. Las cosas que habían terminado derrumbandolo.
Syl los llevó por el recibidor.
-¡Nos hemos pasado toda la semana preparandolo! -Exclamó revoloteando por la cámara.
La pared del fondo tenía unos estantes llenos de libros. Kaladin había gastado buena parte de su salarió mensual en adquirirlos. De joven siempre le había dado pena que su madre tuviera tan pocos libros.
Kaladin y Syl les muestran la habitación del bebe, y un quirofano totalmente equipo, Lirin no se ve ilusionado, cree que ya no se necesitan médicos, pero recupera la esperanza al saber que los radiantes que pueden curar son muy pocos (Aunque esto le da culpa)
Por último, por incistencia de Syl, Kal pregunta si puede quedarse el la habitación de al lado. Y que se retira del ejercito. En ese momento la emoción de Lirin es total, su sueño de ser cirujanos juntos cobra vida de nuevo y ahí Kal lo entiende.
-Te has dado cuenta. Por fin comprendes que tenía razón. ¡Vas a ser cirujano, como siempre habiamos soñado!
Esa era la respuesta, claro. La que Kaladin había estado evitando. Se había planteado ser fervoroso, general, incluso huir.
La respuesta estaba en el rostro de su padre