Caos e Immaterium - la metafísica del universo de Warhammer: 40000 🧵

Caos e Immaterium - la metafísica del universo de Warhammer: 40000 🧵
En Warhammer, el universo físico tiene su contracara en el Immaterium o Empíreo, el reflejo psíquico del mundo en el que vivimos: una dimensión con leyes distintas a las que conocemos, un reino creado por las emociones colectivas de todos los seres sintientes de la Vía Láctea.
Ambos reinos son una cara de la misma moneda. Espacialmente inabarcables, toda acción en uno tendrá su repercusión en el otro. En una galaxia en constante guerra, las atrocidades que los seres vivos cometen dejan una ominosa impronta en el reino de lo psíquico.
Desde que existen especies sintientes existe el conflicto. El primero, la Guerra en el Cielo, estalló hace 60 millones de años antes de la aparición de la especie humana. Sus terribles implicancias en el Immaterium solo han empeorado desde ese momento hasta el milenio 40.
Cada acto de maldad moldó al Empíreo dando origen al Caos, a los primeros demonios, y eventualmente, a los cuatro locos y sádicos dioses que, en eterna puja, buscan dominar esa Dimensión, cada día más retorcida e impredecible que el anterior.
Khorne, dios de la guerra, la sangre, el asesinato, el deporte y el combate honesto. La personificación de la violencia más insensata, desatada sobre amigos y enemigos por igual - a Khorne no le importa desde donde fluya la sangre, siempre y cuando la sangre fluya.
Tzeentch, el Arquitecto del Destino, la encarnación de la tendencia de los mortales al engaño, la manipulación y a la mutabilidad, es también dios del cambio, el conocimiento, la intriga, la evolución y la hechicería.
Nurgle, dios de la muerte, el renacimiento, la putrefacción, la enfermedad, la destrucción y la entropía. Nació de la desesperación de los mortales al entender que, como todo, dejarán de ser - motivo de algarabía para el Amo de la Plaga y la Pestilencia.
Slaanesh, personificación de la sensación, la emoción, el dolor, el goce, las artes, la perfección y el exceso. Disfruta con la entrega de los mortales a los placeres terrenales y a la constante búsqueda de estímulos intensos: el silencio ofende a Slaanesh.
El Emperador de la Humanidad, el psíquico más poderoso de la Vía Láctea, tiene una influencia tal sobre el Immaterium, que los dioses que allí Morán no pueden más que aborrecerlo. Se refieren a el como Anatema, el opuesto con el que la coexistencia no es posible.
La vida es gris e insípida en el Imperio de la Humanidad, y gira en torno a la adoración al Emperador, al sacrificio y al trabajo incansable. La tentación por darle la espalda al Salvador de la Humanidad es grande entre sus súbditos, y así el culto a los dioses del caos prospera.
Y no hay alternativa más que enfrentarlos. El millón de mundos que hace al Imperio no podría conectarse si no fuera por el Empíreo. La única forma de viajar a través de la galaxia es a través navegar las mareas de esa dimensión de locura, guiados por la luz lejana del Anatema.