La cosa mas turbia de esta saga en🧵
Por un instante creyó que el misterio del Kremlin se revelaba ante sus ojos. Vio que por las rendijas que quedaban entre los escalones salía una sustancia de un asqueroso color marrón, una sustancia aceitosa, fluida, e, indudablemente, viva.
Abajo, a docenas de metros de profundidad, aquella cosa debía de extenderse, de donde surgían repugnantes ruidos.
Y entonces sintió como si una mano hubiera tocado suavemente su conciencia.
Un guante le golpeó en la mejilla. Sintió que la piel le ardía. -¡Artyom! ¡Corre!
El caldo marrón estaba subiendo pasillo arriba como leche hirviendo.
-Tira de él! -primero el niño.
Artyom meneó la cabeza y la ilusión desapareció. Miró alrededor, contó mecánicamente a los hombres acurrucados sobre el tren, faltaba uno.
-Hablen conmigo! no se callen!
-Me llama… tan dulcemente…
-Agárrense de las manos! No se callen! Artyom! Sergey! acá, a mí!
-Muchachos! Gente! No se rindan! vamos… vamos a cantar!
Siete adultos y un niño sobre un vagón, con las manos unidas, cantando canciones, aquel momento le parecía una pesadilla.
Cuando por fin emergió de sus pensamientos, se dio cuenta de que el coro había enmudecido.
De repente se levantó un soldado, se irguió cuan alto era.
-Tengo que irme. Hasta luego.
Todos los demás miraron a su camarada sin prestarle atención y no le respondieron nada.
Se acercó al borde y dio un paso adelante. No se oyó ningún grito, pero los ruidos que llegaron desde abajo fueron repulsivos.
Entonces el pequeño se puso en pie y saltó con una sonrisa alegre. Al caer el niño, el fango viviente hizo un ruido como de mandíbulas al masticar.
y empezó a sacudir a los otros hasta despertarlos. Y mientras tanto preguntaba a gritos:
-Dónde está? Qué le ha sucedido? Dónde está mi hijo?
La conciencia regresó a los rostros de los soldados.
El hombre que llevaba el lanzallamas arrojó el contenedor de combustible un lado.
Artyom escondió el rostro debajo del codo y apretó el cuerpo con todas sus fuerzas sobre el frío blindaje. La explosión fue potente y estuvo a punto de caerse del techo. El tren se tambaleó. Una luz de turbio color anaranjado le atravesó los párpados cerrados...
Metro 2033, p270